El texto proviene del escrito "Así hablaba zaratustra" de Nietzsche, el apartado se llama (tiene diferentes nombres según la traducción) "Las Tres Metamorfosis", "De las tres transformaciones" o"Las tres transformaciones del espíritu"
" Tres
transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en
camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.
Hay muchas cosas
pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita
la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de
todas.
¿Qué es pesado?, así
pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere
que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el espíritu
de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. ¿Acaso no es:
humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia
tontería para burlarse de la propia sabiduría?
¿O acaso es:
apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas
montañas para tentar al tentador?37.
¿O acaso es:
alimentarse de las bellotas y de la hierba del conocimiento y sufrir hambre en
el alma por amor a la verdad? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los
consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?
¿O acaso es:
sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de
sí las frías ranas y los calientes sapos?
¿O acaso es: amar a
quienes nos desprecian38 y tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos
miedo?
Con todas estas
cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu de carga: semejante al
camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más
solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se
transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista
una presa y ser señor en su propio desierto.
Aquí busca a su
último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el
gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
¿Quién es el gran
dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? «Tú debes»
se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice «yo quiero».
«Tú debes» le cierra
el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una de sus
escamas brilla áureamente «¡Tú debes!».
Valores milenarios
brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así:
«todos los valores de las cosas - brillan en mí».
«Todos los valores
han sido ya creados, y yo soy - todos los valores creados. ¡En verdad, no debe
seguir habiendo ningún “Yo quiero!”» Así habla el dragón.
Hermanos míos, ¿para
qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de
carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores nuevos
- tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo
crear - eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.
Crearse libertad y
un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el
león.
Tomarse el derecho
de nuevos valores - ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y
respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de
rapiña.
En otro tiempo el
espíritu amó el «Tú debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar
ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de
su amor: para ese robo se precisa el león.
Pero decidme,
hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido
hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
Inocencia es el
niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí
misma, un primer movimiento, un santo decir sí.
Sí, hermanos míos,
para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora
su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres
transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió
en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño. - -"
Muy interesante tu blog. Me gusta Nietzsche.
ResponderBorrarToda la filosofía en realidad. Un saludo,
Berenice